Ernesto Priani

Leer profano I: Monadología

cropped-leibniz_monadology_22Con todos esos recuentos al final del año, se me ocurrió en diciembre comenzar una serie de post sobre los libros de filosofía que más me gustan.  No son aquellos de mayor importancia filosófica o de alguna forma relevantes para mi formación personal, sino esos cuya lectura más he disfrutado, ya sea porque son divertidos, despertaron mi imaginación, o provocaron un entusiasmo del que aun no me libero. Leer filosofía puede ser un asunto profano, desprovisto de toda esa presunción de inteligencia que los rodea y muy grato si uno accede al texto con un poco de ingenuidad y sin prejuicios. De esos libros escribiré ahora -tres meses después de lo previsto, solo por compartir el dulce goce que aun me provocan.

Comenzaré con un libro cuya lectura ha sido uno de mis mayores gozos: la Monadología de Leibiniz. Un curioso y brevísimo tratado sobre metafísica donde aparece uno de los seres fantásticos creados por los filósofos que más aprecio: la mónada. Así, con acento.

Descrita y definida de muchas formas, como una sustancia simple, es decir, “sin partes”, una entelequia, un “autómata incorpóreo”, la mónada es el centro y el objeto último del texto, como lo es del universo. Vista sin prestar especial atención a los razonamientos filosóficos, la Monadología puede ser leído como una perfecta obra de ficción que describe un mundo formado a partir de unos seres diminutos, impenetrables,  desde los cuales se construye todo y en los cuales, además, está contenido todo.

La peculiar, y yo diría fantástica, en el mejor sentido de la palabra, construcción del mundo que Leibiniz elabora a partir de la mónada, desemboca en  la tesis de que este es el mejor de todo los mundos posibles. Una idea de la que Voltaire, en Cándido, no dejará de burlarse sin piedad.

Lo más grato es que Leibiniz explora ese mundo dónde “el alma no cambia de cuerpo sino poco a poco y por grados, de tal manera que nunca se ve despojada de pronto de todos sus órganos; y hay frecuentemente metamorfosis en los animales, pero nunca Metempsicosis ni transmigración de las almas; no hay tampoco almas separadas por completo, ni Genios sin cuerpo. Sólo Dios está enteramente desprovisto de él.

La monadología fue escrita en francés por Leibiniz en Viena entre 1712 y 1714, poco antes de su muerte en 1716. Aunque el original está en francés, se publica por primera vez en alemán en 1720 con el titulo de Lehrsätze über die Monadologie.  la versión original aparecería hasta un siglo después, en 1840.

 

 

 

 

 

 

 

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