La semana pasada tuvo lugar el foro de la SEP sobre las Competencias Filosóficas en el Bachillerato. Como anticipé en un post anterior, el lugar dejado por el Observatorio filosófico y la Asociación Filosófica de México, fue ocupado por otros actores. Según la magnífica reseña hecha por Francisco Barrón del día uno y a dos del Foro, el espacio fue ocupado por pocos críticos no sólo a la reforma integral del bachillerato sino, más allá de eso, a la forma de plantear la enseñanza de la filosofía en él en este México del siglo XXI.
Lo que más se echó de menos, lo que quedó fuera de la discusión fue una reflexión a fondo de la enseñanza de la filosofía. Se puede leer en las transcripciones de las mesas, que los planteamientos estuvieron más apegados a mostrar que se estaba llevando acabo la tarea, haciendo sugerencias puntuales, aunque quizás inefectivas de con qué instrumentos enseñar y cómo hacerlo, pero pocos ponentes se cuestionaron en verdad cuál es el sentido, cuál es la forma, cuál es medio y los instrumentos más idóneos para enseñar filosofía en el espacio educativo del bachillerato. Una visión crítica, pues, desde la filosofía, de la enseñanza filosófica para la educación media superior.
Al término del foro, y como conclusión del mismo, la SEP anunció que integrará mayores contenidos al bachillerato. El acto fue, por supuesto, completamente autista, porque con esa torpeza política conque han manejado el tema de la enseñanza de la filosofía, la SEP sólo hizo evidente que organizó el foro para dar la impresión de que la discusión condujo a la que, de facto era una decisión ya tomada, y que en el fondo no modifica nada de lo que se puede criticar del desplazamiento del lugar de la filosofía en el bachillerato.
El problema real de la adaptación que la SEP ha hecho del modelo de competencias al Bachillerato, en particular en las áreas filosóficas, es que una vez más se trata de una simulación. Los programas no fueron cambiados, fueron adaptados, simulando competencias, sin que hubiera realmente una transformación de la visión de la enseñanza de la filosofía.
Me parece a todas luces, que el campo está abierto para que la comunidad filosófica emprenda una verdadera reflexión sobre el lugar de la filosofía en la enseñanza. Una reflexión que servirá, también, para discutir el lugar que debe ocupar la filosofía en nuestros días. Más que resistir, manteniendo un modelo de educación y de filosofía. Más que mantener el ideal ilustrado de formar sabios, tendríamos que reflexionar sobre los senderos como nuestros saber puede abrirse paso hacia el futuro.