Este blog se ha empeñado desde hace tiempo en relatar con un poco de retraso las novedades. Lo que es absurdo, lo reconozco. Pero que considero posible si pensamos que la filosofía es atemporal, por lo que todo, en todo momento es siempre una novedad.
Confortado por eso, comencé hace un par de semanas la lectura del Comentario al Parménides de Marsilio Ficino, elegantemente traducida y editada por Maude Vanhaelen para The I Tatti Renaissance Library de la Universidad de Harvard, y editada en el 2012. Lo hice leyendo en primer lugar la introducción, con el entusiasmo de quien recibe por primera vez el Corpus Hermeticum.
Me sorprendió negativamente, sin embargo, la forma en que Vanhaelen describe a Ficino como lector de Proclo, Plotino y Platón. Pueden ser meros detalles, pero por ejemplo dice: “Thanks to Ficino, Plato’s Parmenides continued to be read through Neoplatonic lenses for nearly five centuries, until modern scholars started to distinguish the meaning of the Platonic original form that of its Neoplatonic commentators.” (p. xiv) La afirmación parece inocente y corresponderse con la verdad salvo por el “original form”, que es una formula idealista -hay un sentido “original” del texto platónico que podemos reconstruir (nosotros, no Ficino)- que convierte a Ficino en el propagador de un “falso” Platón, y que denota, a mi juicio una fuerte falta de perspectiva histórica. En todo caso, la forma original de Platón sería una construcción del pensamiento moderno, como sin duda lo fue también el Platón transmitido por los platónicos. Pero el contraste de la lectura que Ficino hace de los platónicos, frente a la lectura que los académicos hacen de Platón, Proclo y Plotino, es una constante con la que Vanhaelen parece advertir: “cuidado, Ficino no entiende lo que nosotros”.
En otro pasaje afirma que “Ficino is by no means a professor of philosophy like Proclus”, por lo que, según Maude Vanhaelen, Ficino “sees little utility in establishing a philosophical system like Proculus and teaching pupils the different steps in the explication of the text (p. xvi)”. En la Introducción no aclara cuál es la relación con la filosofía que Vanhaelen atribuye a Ficino y si por enseñanza de la filosofía entiende únicamente la explicación de un sistema. Pero el texto deja sentir una cierta tendencia a no concebir a Ficino como un filósofo justamente por su interés superior por la interpretación, en lugar de la exposición dialéctica, y por su afición a la mística y la teurgia, en lugar de la física.
La presentación de Maude Vanhaelen tiene, pues, el problema de abordar a Ficino desde una perspectiva donde aparece como un mal interprete de Platón y de Proclo, con poco interés por la filosofía. Una imagen que me cuesta compartir, por razones que van desde el modo de aproximarse a la historia de la filosofía, como mi interés por no establecer, sobre los filósofos antiguos, el molde de la filosofía académica contemporánea como la única legítima.
Pero más allá de estas diferencias, me parece que el texto ofrece una interesante aproximación al Comentario al Parménides. En especial destaca el análisis del Comentario como el lugar en que Ficino confronta a Pico y las críticas que en De ente et uno éste le dirige. No sólo el tema ha sido ya abordado antes por Vanhelen en un artículo, sino que aquí es puntualizado y enriquecido con la traducción misma del comentario.