Hace una semana se llevó a cabo el segundo encuentro/congreso Filosofía 2.0 organizado por la revista Reflexiones Marginales, e impulsado por Alberto Constante y por mi. Hace seis meses organizamos uno que nos dejó muy satisfechos y ahora organizamos el segundo que es el que me dispongo a valorar aquí.
A diferencia del primero, este tuvo menos participación de personas fuera de la Facultad de Filosofía de Filosofía y Letras de la UNAM e, incluso, fuera del Colegio de Filosofía. Por otro lado, el grupo de los participantes fue notablemente mas joven. Algunos de los espectadores del evento hace seis meses, ahora fueron sus protagonistas. Esto se puede explicar por la forma en que se organizó y se difundió, y por la escasa claridad en su organización. Sí, fue un poco más improvisado. Pero a pesar de ello, me dejó mucho más satisfecho que el primero.
Las razones son varias, pero me parece que la principal fue que la discusión en el evento fue mucho más rica y productiva que en el anterior, debido a la generalización del formato corto de presentaciones. El foro pasado todavía incluía presentaciones formales, lectura de 15 minutos de un texto, y na discusión posterior, con algunos eventos de presentaciones no tradicionales, muy breves, de 5 minutos, y luego la discusión. Esta vez prescindimos de la primera y se perfeccionó un poco más las presentaciones de la segunda. El resultado fue una discusión muy viva a todo lo largo del evento.
A me en particular, me resultó muy productiva la discusión sobre educación y sobre militancia política, que fueron en las que participé directamente. Por desgracia no pude estar presente todo el evento y ni siquiera conectado. La discusión, que en ambos casos versó, curiosamente, sobre el lugar del saber, y la relación del saber con la conducta, por ejemplo, en la militancia, destapó una reflexión que dejó en claro, me parece, hasta qué punto la producción del saber universitario es dependiente, todavía, del modelo ilustrado -incluso el lugar de la filosofía como rectora de ese saber corresponde al modelo ilustrado- y de qué forma la aparición de las nuevas tecnologías abren la puerta a la producción de un saber distinto, no organizado a partir del ejercicio efectivo de ese saber -la competencia-, y por lo tanto a una relación distinta de la filosofía con los otros saberes. Incluso, aunque esto lo recuerdo con menos claridad, una conclusión de por qué la militancia, es decir, un saber y una convicción convertidos en régimen de vida, se ve debilitado precisamente a causa de esta redefinición de los saberes. La participación social a través de las redes sociales resulta, por ello, una acción menos comprometida y menos eficiente que la de las organizaciones políticas de los 70 y 80.
Las ideas fueron muchas, el aprendizaje tremendo. El espacio en que se hizo, fundamental. Habrá que pensar cómo ampliar esta discusión y hacerla más incluyente.