En Judgment de Rabindranath Tagore encontré también otro tema cuyo impacto se ha ido acrecentando conforme han ido avanzando los días. La frase es contundente:
In modern times they (Occidente) have changed their names and methods, and even while a great portion of the world is being ripped open by the iron claws of their organization they have no hesitation in believing in the sure foundation of their civilization and the perfection of its superstructure. It produces such a moral confusion that even we, who are their victims, are willing to copy them.
Por qué no habíamos notado qué una estrategia de occidente para profundizar su penetración cultural, económica y social es la generación de una confusión moral? Para Tagore, son tan firmes, en apariencia, los pilares de la civilización occidental, que sin importar el grado de violencia o destrucción con que subordina territorios y culturas, con la que consume y desecha todo de lo que se apodera, nunca hay un momento de duda. Hasta el punto de inducir en aquellas culturas a las que penetra, dudas sobre su propia cultura, sus propios hábitos, sus propios principios morales. Al final, hay quienes deciden abandonar sus formas culturales para imitar las de occidente.
Pero el problema, me parece, va más allá de la estrategia imperialista de occidente. En el último siglo, el desarrollo del capitalismo y de la occidentalización, ha ido acompañado de una “crisis moral” de los “valores occidentales”, ¿no lo hemos oído todo el tiempo? Si, de una progresiva “relativización” de todos los valores dentro de la propia cultura occidental, que parecería contradecir lo dicho por Tagore. Pero no es así, aunque pueda parecer paradójico. El modelo cultural y económico de occidente crece al tiempo que induce una interminable crisis la moral.
Es probable que sea en la ruptura de los principios morales donde, cada vez, se siembra de nuevo el pilar de occidente y de su “modo de vida” como el único válido.
Ningún ejemplo mejor que lo hoy vemos.
En una intervención ayer en un congreso sobre Geoingenieria y desinformación, Giulietto Chiesa, de Pandora TV, decía que vivimos un tiempo en que la verdad no se impone solo por ser la verdad. Gracias a la tecnología, pero también a una deliberada voluntad de utilizarla para simular, se ha ido volviendo difícil hacer valedero aquel principio fundador de tantas cosas, de que la verdad es tan claramente verdadera que resplandece. Lo vemos con Trump. Aun a pesar de que los medios tradicionales y su obsesión por el fact checking, han denunciado una y otra vez que miente, no sólo no pasa nada, sino que, día con día, se profundice la desconfianza frente a toda, cualquier, aseveración. Ninguna será enteramente falsa, ninguna enteramente verdadera. Y en la confusión y en la crisis, ¿qué emerge? Una bien poco simulada defensa de los principios occidentales: la cristiandad, la identidad de las naciones occidentales, su prioridad frente al mundo.
Habrá que seguir pensando en esto.