Fragmento
Al modelar el alma del mundo, cuya característica esencial es fijar el orden del devenir, el demiurgo ha de construir el cuerpo del mundo, es decir, aquello que deviene. Se trata de un cuerpo único, autónomo y eterno que agota toda la materia.
Pero lo que vale la pena resaltar es cómo lo forma:
He aquí cómo y con qué cuatro elementos fue formado el cuerpo del mundo; lleno de armonía y de proporción, tiene de su naturaleza la amistad, con la que se une tan íntimamente a sí mismo, que ningún poder podría desasociarlo como no fuera el mismo que encadenó sus partes.[1]
Se trata de un vehículo dinámico que define las relaciones entre el fuego, la tierra, el agua y el aire, pero no sólo en términos de sus relaciones físicas, sino en tanto que constitutivas de psyché. Los elementos mantienen entre sí vínculos no sólo a nivel de la experiencia sensible, como algo que se produce por sí mismo, sino también en uno, al que llamaré emotivo, en tanto que constituyen los cimientos de un organismo vivo e inteligente como lo es el alma del mundo.
Así, no sólo los elementos pueden unirse físicamente, sino que esas posibilidades son entendidas como amistad o rechazo, amor u odio; responde, pues, a la vida, a lo orgánico — entendido como inteligente— y no únicamente a lo físico. La amistad que los une no es, en realidad, otra cosas que la manifestación del deseo.
[1] Platón, Timeo, 32a.
Perdón, recorde que el título de su investigación fue “El libro de la imaginación”. Aún así, será afortundado tener algún esbozo de esa investigación el alguna parte.