Estoy escribiendo sobre el libro electrónico, con la idea de ofrecer respuesta a algunas de las preguntas básicas que cualquiera pudiera estar haciéndose sobre éste. Tanto a Isabel Galina, junto con la quien estoy escribiendo sobre esto, como a mi, nos pareció que el mundo editorial, pero particularmente la academia hispanoparlante, está comenzando a pensar en el libro electrónico como el futuro del libro, sin tener muy claro que es y cuales son las cuestiones asociadas con la llegada de ese tipo de publicación digital y, por lo tanto, cuáles podrían ser las estrategias más convenientes para ser utilizado en beneficio de la comunicación académica.
Uno de los apartados sobre los que investigo se refiere a cómo es el autor de los libros electrónicos y si este sería diferente a al autor de los libros actuales. La primera idea, por supuesto, es que ser autor de un libro digital es lo mismo que ser autor de un libro electrónico. Actualmente esa simultaneidad se da y parece que se prolongará todavía un tiempo, aunque ya comience a haber autores exclusivamente digitales. El problema, sin embargo, no consiste sólo en el hecho de que se sea autor de libro electrónico, sino de la forma en que ha cambiado la noción de autoría la existencia de una gran variedad de publicaciones electrónicas: desde el simple correo electrónico, al blog, la wiki y una largo etcétera.
El problema de la autoría digital y del autor digital, es que se inserta en la transformación de los medios de producción y distribución del texto, que definen un nuevo campo a partir del cual autor y autoría comienzan a discutirse y transformarse.
Muchas de las reflexiones sobre el autor digital parten del texto de Foucault ¿Qué es un autor? Para señalar que el libro en papel lleva implícita una cierta relación del autor con el texto, que se modifica cuando el texto es digital.
A primera vista, como recoge Siân Bayne, lo primero que parece verse afectado por la distribución digital del texto y por la facilidad de su reproducción es la autoridad del autor como fuente de valor. ¿De quién es el texto? Parece una pregunta cada vez menos relevante en el mundo de internet, pues el vínculo del texto con el nombre de un autor puede romperse en cualquier momento, ya sea para perderse o para confundirse con el de otro. La pérdida de autoridad del autor es consecuencia de esta relación menos estrecha entre el nombre del autor y el texto. El texto digital, para Mark Poster, es más independiente de quién lo escribe y, en esa medida, hay una “rearticulation of the author from the center of the text to its margins, from the source of meaning to an offering, a point in a sequence of continuously transformed matrix of signification”.
No es esta, sin embargo, la única razón por la que la autoridad del autor se ha ido transformando. Para Kathleen Fitzpatrick al menos estas tres características del texto digital “commenting, linking, and versioning —produce texts that are no longer discrete or static, but that live and develop as part of a network of other such texts, among which ideas flow.“
Ya aquí había escrito sobre lo difícil que es establecer un texto en el mundo digital. Estos están llenos de versiones no solo textuales, también auditivas y visuales, en las que en ocasiones es difícil discernir los comentarios y los vínculos como parte o no del texto del que se trata.
Todos estos son fenómenos cambian lo que es el autor y lo que es la obra, incluso en el caso de publicaciones “más cuidadas” como los libros digitales. En su base, un libro digital no es más que un xml guardado en un zip y abierto de cierta forma por un software a partir de ciertos comandos para su representación en la pantalla, y puede contener todos los elementos y las características de cualquier publicación digital: desde links hasta comentarios, y hoy la posibilidad de socializar la lectura. Elementos todos que cambian la experiencia de ser en nuestros días un autor.