La verdad son pocas las ocasiones en que los filósofos y la filosofía pueden llegan a la televisión. Por eso mi interés por la participación de Juliana González, Margarita Vera, Carlos Pereda y Guillermo Hurtado en el programa de televisión de la serie Discutamos México cuyo tema fue precisamente ese, la filosofía. Una oportunidad para mostrar qué aporta y qué relevancia tiene la filosofía para discutir México, sobre todo en el marco de la crisis de identidad y relevancia que hoy está sufriendo la filosofía en este país.
El programa, emitido el 6 de septiembre por Canal Once, me pareció, sin embargo, una oportunidad perdida. El problema central fue la ausencia de debate y de crítica. Una visión de la historia de las ideas muy rígida, y quizás incluso ya superada en muchos aspectos. Y una imagen de la filosofía solemne, verbosa y aburrida. La filosofía se abordó al rededor de la influencia de las ideas filosóficas en los dos movimientos revolucionarios mexicanos y los filósofos optaron por hacer una exposición didáctica de las tesis sobre la influencia de la ilustración o la tradición jurídica española en los independentistas o la influencia o no de los ateneístas en la Revolución, en un formato muy profesoral.
Si, mucho fue el problema de no hacer concesiones al medio, el olvidar que se está delante de la cámara y no frente a un aula, así como una producción muy pobre y limitada. Pero una parte sustancial lo fueron también los vicios inherentes a nuestra comunidad filosófica. La dificultad real de diálogo, y sobre todo de diálogo y debate crítico público y abierto –de por si inexistente, pero que el SNI ha terminado por sepultar. La consecuente inmovilidad de ciertas metodologías y de ciertas formas discusivas, –la reducción de la filosofía a un puñado de temas y modos que se toman como los únicos legítimos y a partir de los cuales se practica sistemáticamente la exclusión. Finalmente, la pompa y la solemnidad como signos de autoridad.
En fin, el programa reprodujo otros dos vicios más: el UNAM centrismo, (todos los presentes eran profesores de la UNAM); el reparto de cuotas (hasta en esto hubo una paridad de investigadores del Instituto de Investigaciones Filosóficas y profesores de la Facultad de Filosofía y Letras).
Al final, comparto la opinión de @colbriesca, quien lo dijo así en Twitter: “Creo que el programa dejó mucho que desear, además de que hizo parecer a la filosofía como una mera acompañante de la historia.”
Lástima.
Ernesto,
Qué bueno que compartes tus opiniones acerca de lo que fue dicho programa.
Lo cierto es que los invitados que elegiste sólo pueden ofrecer eso: el empaque de la autoridad. El resultado era totalmente previsible, ¿no crees?
Saludos
Ignacio
Sin duda, solo que yo no los elegí. De hecho ignoro quién los eligió o cómo se conformó el programa. Pero refleja, también, quién tiene acceso a ciertos medios dentro de la academia.