Cada día hay más libros sobre Internet. Y cada día hay, por lo mismo, más bibliotecas. Por supuesto, no todas las bibliotecas son iguales, y no todos los libros en esas bibliotecas están en un formato similar, y más aún, no todas son igualmente útiles.
En general, hablando de bibliotecas, podemos encontrar tres grandes categorías: catálogos sobre Internet, bibliotecas digitalizadas y bibliotecas digitales.
Catálogos de bibliotecas sobre Internet.
Una de las primeras cosas que hicieron las bibliotecas establecidas fue hacer disponible en Internet el catálogo de sus libros. Hoy, casi todas los tienen puestos en línea. Así, por ejemplo, el de la UNAM lo puedes encontraraquí, el de la Biblioteca Nacional de México aquí, el del Colegio de México, acá. Por lo general, esto catálogos tienen valor si eres usuario de la biblioteca, pues son útiles para encontrar la ubicación física del libro en una biblioteca.
Esto cobra un relevancia especial cuando el libro no es cualquier libro, sino un libro antiguo. Pues saber dónde se encuentra físicamente uno de los escasos ejemplares de ese tomo, puede ser central para un investigador. Existen ya, por supuesto, algunas de esas herramientas: por ejemplo, el del Patrimonio bibliográfico mexicano, o el catálogo de incunables de la Biblioteca británica.
Pero para el común de los mortales, las fichas que ofrecen estos catálogos muy especializados es apenas interesante, pues no sirven sino para conocer de manera muy general la existencia del libro y su estado, y eso claro, si acaso te interesa.
Bibliotecas digitalizadas.
Frente a los catálogos, algunas bibliotecas, pero sobre todo, aquellas que tienen fondos antiguos de gran valor, han comenzado a digitalizar algunos de sus libros. Digitalizar aquí quiere decir que han escaneado las páginas de los libros y han puesto en Internet las imágenes resultado de ese proceso . En muchos casos, los libros están completos y es un gozo andar sobre sus páginas. Como a mi que el tema del renacimiento me enloquece, ver las edición de las Sententiae Pulcherrimae CVM multarum rerum definitionibus: ex Marsilii Ficini Florentini, Philosophi que tiene la Universidad de Valencia, me vuelve loco; así como De occulta philosophia de Agrippa, que tiene la bibliotea August Herzog. También se pueden consultar las joyas del fondo antiguo de la Biblioteca Nacional de Francia enGallica. Y la biblioteca August Herzog, que ha digitalizado, entre otras cosas, De occulta philosophia de Agrippa.
Por regla general, estas bibliotecas en el mejor de los casos, se limitan a presentar la totalidad de los libros en imágenes. Algunas ni siquiera hacen eso. Pero hay que decir, que eso dificulta trabajar con ellos, pues no es posible buscar sobre el texto, amenos que te armes de paciencia y pases las imágenes una tras otra durante horas… y por supuesto, no se puede utilizar directamente el texto para trasladarlo a otros formatos, -a no ser que lo transcribas tu mismo. Tampoco ofrecen elementos para identificar pasajes o títulos entre las páginas, y en este sentido, están más bien para servir como objetos de admiración que de trabajo.
Biblioteca digital.
Las bibliotecas digitales se diferencian de las bibliotecas digitalizadas por estar conformadas por publicaciones electrónicas. Es decir, se hacen a partir de libros o documentos cuyo contenido ha sido trasladado a un formato electrónico a partir de una transcripción desde dónde pueden ser leídos y manipulados, trabajados e investigados a través de herramientas electrónicas –búsquedas avanzadas, índices, glosarios, mapas, etc..-, sobre Internet. Muchas de estas bibliotecas, suelen incluir la imagen de los textos transcritos, de modo que amplían la funcionalidad de las bibliotecas digitalizadas y se conforman, mucho mejor que las otras, en verdaderos instrumentos de investigación.
Muchas de estas bibliotecas ha surgido de proyectos de investigación especializada en algunas materas, como es el caso del proyecto Bivio on line, de la Universidad de Pisa, sobre documentos del renacimiento italiano. También está el caso de las publicaciones de las obras de Pico de la Mirandola por parte de las Universidades de Brown y de Bologna, o el proyecto de la Universidad de Virginia respecto de los documentos sobre los procesos debrujería de Salem.