Ernesto Priani

El presente en el pasado: Life on Mars

Hay una mirada escéptica que, desde el pasado, mira al presente para ponerlo en entredicho. ¿Qué pensarían de nosotros, de nuestros prejuicios y modas, los hombres de, digamos, 1973?

La llegada de Sam Tyler, un detective del año 2006, a la estación de policía comandada por Gene Hunt, en Manchester en 1973, desata un conflicto que, primero es visto como una constante crítica a los procedimientos policiales de 1973 (que en México, por cierto, no han cambiado mucho), pero poco a poco comienza a convertirse en una crítica a la mayoría de los supuestos –cientificistas, buena onda, comprometidos- que son moneda común de nuestra era.

Juego de ida y vuelta, en que puestos frente a frente con nuestros antepasados más inmediatos, no hay razón para ser optimistas, Life on Mars, la serie producida por la BBC en 2006 con una continuación en 2007, construye otra dimensión del viaje hacia el pasado: la de tomar distancia de un presente que se asume siempre como mejor, pero que se revela también como una desviación, una ruptura negativa, respecto al pasado. Recuento de aciertos y daños, mirar al pasado no puede ser solo confortarse con la alegría del “progreso” .

 

 

Esto último fue, sin embargo, lo que hizo la cadena ABC en Estados Unidos, al lanzar en el 2008 su versión de la serie: convertir Life on Mars en una constante reivindicación de los éxitos del presente, de la indudable superioridad de nuestros valores, del radical optimismo sobre el presente. En ella, Sam Tyler no es un igual entre extraños, a quienes juzga y por quienes es juzgado. Es un ser superior entre inferiores y el viaje al pasado se vuelve el más bien individualista, trillado y aburrido viaje en busca de la propia identidad.

 

 

La versión americana desperdicia así el que es un acierto en la versión inglesa: la cercanía del pasado. En 2006, e inclusive, en 2009, un porcentaje alto de los que estamos vivos, vivimos algo de los 70. Yo, por ejemplo, era un adolescente. Pero otro porcentaje alto no lo vivió en ningún sentido. Y nada sabe de él, salvo por referencias y anécdotas. Compararnos con ese pasado es confrontar dos generaciones… los que aun están y los que vienen. Los que construyeron y los padecen esos resultados. Y el ejercicio, creo, al final, es interesante. Qué veríamos aquí si, como Sam Tyler, un día nos despertáramos en 1973, con Echeverría en el gobierno, la guerrilla secuestrando empresarios, la muerte de Allende en Chile y todo eso de lo que, hoy… somos todavía deudores.

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