Ernesto Priani

Internet, epidemia y filosofía

Durante los días de la emergencia por el brote de epidemia de influenza A en México, entre la multitud de informaciones que circularon en las redes sociales en Internet, se distribuyó el video realizado por Alfonso Cuarón y Naomi Klein, que ilustra la tesis del último libro de ésta, The shock doctrine.
En cierta forma, esta fue la hipótesis inicial o, al menos, la primera articulación, de lo que puede llamarse una incipiente reflexión filosófica colectiva sobre el fenómeno de la enfermedad y la acción pública para contenerla en México.
Son varios los elementos a observar en este hecho, en función de comprender con más detenimiento la manera en que la reflexión filosófica irrumpe, se articula y se formula en medio de la emergencia, y los caminos hacia dónde apunta.
Comencemos por detenernos primero en el medio. No sorprende que sea Internet donde aparece la reflexión filosófica alrededor de la emergencia epidémica. Internet y en particular las redes sociales, funcionaron como alternativa para la diseminación y discusión de información sobre la enfermedad y sus características, tanto en un sentido responsable, como en uno irresponsable, dando cabida lo mismo a información científica que a las teorías de la conspiración. En ese ambiente sin restricciones, las personas hacen circular una video que viene a funcionar a título de hipótesis frente a lo que está ocurriendo: ¿estamos ante a la aplicación de la doctrina del shock?
Digo a título de hipótesis, porque esa parece haber sido la función de circular los argumentos de Klein para quien el modelo de la terapia de shock –ejemplarmente la de los electroshocks- es un recurso psiquiátrico, retomado por la CIA, y que consiste en reducir al ser humano a una condición de “nuevo principio”, lo que equivale a un estado de “infancia”, a partir del cual los hombres son más dóciles a la autoridad, y menos renuentes a sus decisiones. Este modelo, argumenta Klein en el video, fue propuesto por Milton Freeman para desarrollar la agenda liberal en contra de la voluntad mayoritaria, recomendando que todo acontecimiento que produzca una fuerte sacudida social, debe ser aprovechado para impulsar las reformas económicas y sociales que mayor resistencia encuentran en la sociedad. Y es a eso a lo que ella llama la doctrina del Shock: el aprovechar el debilitamiento de la voluntad individual y colectiva, para hacer que una persona o un grupo social acepte ciertas decisiones. Frente a esta estrategia que llama secreta, la única resistencia está en el uso de la información.
De manera curiosa, la pieza audiovisual que contiene el argumento hace referencia a los elementos dispersos en las discusiones sociales en Internet: interpreta significativamente un evento extraordinario, ofrece la información como resistencia ante el brote de la enfermedad y sugiere la existencia de una agenda paralela (y no explícita) en las acciones del gobierno. ¿Estamos en México frente a la aplicación de la Doctrina de shock? ¿Cuáles medidas son las que se quieren llevar a cabo a través de esta estrategia? ¿Cuáles son los elementos para hacerle frente? Son las preguntas tácitamente formuladas a un costado de la distribución del video por cada uno de sus distribuidores.
La discusión no parece que sobreviva al fin de la emergencia epidemiológica y es difícil aunque no imposible, decir que el argumento de Klein alcanzó el ámbito público, y que el escepticismo frente a las medidas adoptadas por la Secretaría de Salud tiene uno de sus fundamentos en ella. En cualquier caso, lo cierto es que nadie puso en duda el argumento de Klein, nadie cuestionó que fuera expresado también como propaganda de una idea, de un libro. Que fuera él mismo un comercial, que tuviera otra intención que la manifiesta. Y que utilizara la denuncia como una estrategia de venta.
Podrá discutirse y debe discutirse si la Doctrina del Shock es una interpretación válida de lo acontecido en México; si es una síntesis del debate sobre la epidemia. Incluso, y quizás sobre todo, si es racional en su asimilación del cuerpo social al individual, y el funcionamiento colectivo al neurológico. Polemizar si, en efecto, una epidemia produce los mismos resultados sociales que un electroshock en una persona.
Lo que sin duda es me parece inobjetable, es la mutación en la forma de circulación de los argumentos filosóficos, para la construcción de reflexiones colectivas que están conformadas por distintas piezas –como el video- que funcionan como elementos argumentativos.
Internet significa una aceleración de la reflexión filosófica, fuera de los formatos disciplinares y académicos, hacia la producción de otros ordenes de saber. La epidemia, sólo nos ha dado un ejemplo.

 

Nota: Este artículo fue escrito originalmente para el sitio web de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Pero como el tiempo pasó y alguien lo dejó de publicar, ya sea porque la influenza dejó de ser tema o por cualquier otra razón posible, me decido a publicarlo aquí.

 

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