Las últimas décadas del siglo XVI y las primeras décadas del XVII vieron aparecer en la Gran Bretaña ensayos sobre los sueños. Y conviene subrayarlo: no son manuales de interpretación, como los de Artemidoro o Cardano, tampoco son tratados como el de Sinesio que exploran la naturaleza de los sueño. Son ensayos en todas la extensión de la palabra: intentos, aproximaciones de poner por escrito lo que se piensa sobre el sueño. Uno de ellos es Terrors of the night de Thomas Nashe (1567-1601) y otro, proveniente de una de las plumas más reconocidas en lengua inglesa, Thomas Browne (1605-1682), que conocido como On dreams.
Ambos son ensayos satíricos, y ambos toman a broma el esfuerzo de interpretar los sueños. No es una descalificación directa y a toda regla, es simplemente una observación burlona de aquello absurdo que hacen los demás. Reírse de los que interpretan sus sueños (y ni siquiera tienen grandes sueños como Nabucodonosor) no significa, sin embargo, que estos textos dejen de trasmitir una idea sobre los sueños: lo que sus contemporáneos, y quizás ellos mismos pensaban de ellos.
A continuación los conceptos sobre los sueños que me parecen más sobresalientes de estos ensayos.
El primero, presente en Nashe, es la naturaleza terrorífica de los sueños. En los textos anteriores sobre los fenómenos oníricos, los sueños no son vistos con algo que espantara. Causaban inquietud, quizás, zozobra, a lo mejor, pero no terror. Este esta es una idea novedosa sobre los sueños, que el autor pone en relación directa con los pecados.
The Night is the Diuells Blacke booke, wherein hee recordeth all our transgressions.
La sátira de Nashe, que no es necesariamente coherente y sistemática, hace de los soñadores pecadores irredentos que se dejan aterrorizar por el demonio en las noches. Pero la causa de los sueños, de estos sueños aterrorizadores, tiene que ver con los espíritus, y particularmente con los espíritus que él asocia con la melancolía.
None of these spirits of the ayre or the fire haue so much predominance in the night as the spirits of the earth and the water; for they feeding on foggie-braind melancholly, engender thereof many vncouth terrible monsters.
La melancolía es un nuevo ingrediente en las consideraciones sobre los sueños, si lo confrontamos con otros textos clásicos que coinciden en señalar las preocupaciones diurnas, los estados anímicos y los deseos, como causa de los sueños. Pero esta preponderancia de la melancolía como su causa debe hacernos reparar en que se está produciendo una resignificación de la vida onírica, de la mano por supuesto, de una reconceptualización de la vida interior y de lo que en ella ocurre.
Browne coincide en el carácter melancólico de los sueños. Como Nashe, distingue la vida diurna -llena de verdades- con el carácter engañoso de los sueños. Por eso
having passed the day in sober labours and rational enquiries of truth, we are fain to betake ourselves unto such a state of being, wherein the soberest heads have acted all the monstrosities of melancholy, and which unto open eyes are no better than folly and madness
El contraste entre un día racional y sobrio, con una noche de melancolía y locura marca en uno y otro autor la naturaleza de los sueños. Es probable que ello refleje la tendencia, presente también en Descartes, de establecer una distinción entre aquello que soñamos (oscuro, falso, impreciso, erróneo), y nuestras sensaciones y pensamientos en el día. Como si solo al día y a la vigilia le correspondiera la verdad y la claridad.
En la primera meditación de las Meditaciones metafísicas, René Descartes recurre justamente al sueño como el ejemplo del engaño del que no podemos decir que nos está engañando.
Con todo, debo considerar aquí que soy hombre y, por consiguiente, que tengo costumbre de dormir y de representarme en sueños las mismas cosas, y a veces cosas menos verosímiles, que esos insensatos cuando están despiertos. ¡Cuántas veces no me habrá ocurrido soñar, por la noche, que estaba aquí mismo, vestido, junto al fuego, estando en realidad desnudo y en la cama! En este momento, estoy seguro de que yo miro este papel con los ojos de la vigilia, de que esta cabeza que muevo no está soñolienta, de que alargo esta mano y la siento de propósito y con plena conciencia: lo que acaece en sueños no me resulta tan claro y distinto como todo esto. Pero, pensándolo mejor, recuerdo haber sido engañado, mientras dormía, por ilusiones semejantes. Y fijándome en este pensamiento, veo de un modo tan manifiesto que no hay indicios concluyentes ni señales que basten a distinguir con claridad el sueño de la vigilia, que acabo atónito, y mi estupor es tal que casi puede persuadirme de que estoy durmiendo.
El sueño representa aquí el modelo de la duda, el modelo último de la confusión. Y en esa medida, es lo opuesto al conocimiento y a la certeza. De modo que es interesante ver cómo el sueño pasa, de ser un acceso a la verdad y al futuro, a ser un modelo de engaño y de falsificación. Un cambio radical en lo que a la compresión del sueño se refiere.
Pero es curioso que este desplazamiento del sueño del campo del saber al del engaño, y ojo, no al de la ignorancia, no al lugar del no saber, sino en al de la falsificación, al del sofista, vaya acompañado de elementos asociados que le permiten comprender de cierta manera este tránsito.
Uno, como ya hemos visto, es la melancolía. Contemporánea a los dos textos de los que nos ocupamos, está la Anatomía de la Melancolía de Robert Burton. En la cual se define la melancolía como:
Melancholy, the subject of our present discourse, is either in disposition or in habit. In disposition, is that transitory Melancholy which goes and comes upon every small occasion of sorrow, need, sickness, trouble, fear, grief, passion, or perturbation of the mind, any manner of care, discontent, or thought, which causes anguish, dulness, heaviness and vexation of spirit, any ways opposite to pleasure, mirth, joy, delight, causing forwardness in us, or a dislike. In which equivocal and improper sense, we call him melancholy, that is dull, sad, sour, lumpish, ill-disposed, solitary, any way moved, or displeased. And from these melancholy dispositions no man living is free, no Stoick, none so wise, none so happy, none so patient, so generous, so godly, so divine, that can vindicate himself; so well-composed, but more or less, some time or other, he feels the smart of it. Melancholy in this sense is the character of Mortality… This Melancholy of which we are to treat, is a habit, a serious ailment, a settled humour, as Aurelianus and others call it, not errant, but fixed: and as it was long increasing, so, now being (pleasant or painful) grown to a habit, it will hardly be removed.
Los sueños son pues producto de una perturbación de la mente. Un descontento, una preocupación, una angustia del espíritu. El sofista, el engañador, que está al pie de los sueños es nuestra mente. Es a través de ella -volviendo aquí a lo que Nashe dice del sueño- que se revelan nuestros pecados, lo que se le oculta al día, con lo que engañamos a los demás pero que no podemos ocultarnos a nosotros mismo.
Browne, sin embargo, sugiere que si bien los sueños son falaces respecto de los hechos externos, no necesariamente lo son respecto a lo que somos nosotros mismo. Y pone algunos ejemplos: Lutero, Alejandro y Demóstenes, quienes actúan en el sueño como en el día.
However dreams may be fallacious concerning outward events, yet may they be truly significant at home; and whereby we may more sensibly understand ourselves. Men act in sleep with some conformity unto their awaked senses; and consolations or discouragements may be drawn from dreams which intimately tell us ourselves. Luther was not like to fear a spirit in the night, when such an apparition would not terrify him in the day.
Alexander would hardly have run away in the sharpest combats of sleep, nor Demosthenes have stood stoutly to it, who was scarce able to do it in his prepared senses. Persons of radical integrity will not easily be perverted in their dreams, nor noble minds do pitiful things in sleep. Crassus would have hardly been bountiful in a dream, whose fist was so close awake.
No puede negarse que en estos textos se perfila una visión del sueño completamente distinta a la que dominaba hasta el Renacimiento. Un cambio de visión que se relaciona con un cambio radical en las consideraciones a cerca de la verdad y del modo en que el hombre accede a ellas. Y es curioso que sea justo, en este giro , que lo sueños además de sueños, sean más bien pesadillas.